Janitzio lugar de todos los mexicanos

Por Julio Zamudio

Por fin, después de hacer varios intentos este año llegue a Janitzio, una pequeña isla de México ubicada en el lago Pátzcuaro en el hermoso estado de Michoacán.

Para llegar a la isla de Janitzio deberá usted tomar los “taxis” acuáticos, que son enormes lanchas con capacidad de 40 pasajeros. Por un costo de $ 50.00 pesos obtendrá su viaje redondo.

Una vez que usted paga su viaje, deberá esperar en la lancha que le indiquen que será la siguiente salida, no existen horarios, solo tiene que esperar un poco a que se ocupen todos los lugares para que la lancha salga. Para el regreso, usted no esta condicionado a ninguna hora en particular, solo deberá subir a la lancha que le indiquen que será la próxima en regresar a Pátzcuaro.

 


De Pátzcuaro a la isla de Janitzio es un viaje de 20 minutos, desde la orilla usted podrá ver como la colorida isla se va haciendo más grande conforme se acerca a ella y empezará a distinguir el monumento de 40 metros de altura de José Ma. Morelos, monumento que distingue a la isla, además de su colorido artesanal y gastronómico, lo que hace un atractivo turístico  todo el año a la isla.

Al llegar a Janitzio, no queda de otra más que subir.

Al bajar de la lancha, sus sentidos serán puestos a prueba por  una cantidad de olores a comida, fruta y colores, mientras los vendedores de flores y guías locales (niños) le hablarán al mismo tiempo para tratar de vender algo.

¿Qué camino seguir? Es fácil: Solo hacia arriba.

Subira por sus estrechos callejones y escaleras que lo conducen hacia el monumento a Morelos, su camino de ascenso será sinuoso, con curvas, empinado y un deleite para la vista ya que su subida estará franqueada por innumerables tiendas de artesanías de todo tipo y de restaurantes de todos los tamaños.

Ánimo, mucho ánimo:

Cada vez que usted se detenga al quedarse sin aliento, las señoras que están vendiendo sus charales fritos, mojarras, carne y otras delicias de Janitzio le darán ánimo para continuar su subida, le ofrecerán agua para que continúe, por lo regular escucha frases como las siguientes: “Ya falta poco”; “ya llego a la mitad, de aquí es más fácil”

Finalmente llega  a la explanada el monumento a Morelos:

Al terminar de subir lo últimos y eternos 10 escalones, se encuentra con una reja y con una taquilla - ¿Qué, qué? ¿Como que cobran? – Me deberían de pagar por haber subido... – efectivamente cobran para entrar a la explanada donde se encuentra Morelos, es la parte más alta de la isla. La explanada está rodeada de comercios como restaurantes y artesanías, desde ahí puede verse el pueblo, el lago y el horizonte michoacano.

Un viaje al interior de Morelos:

Finalmente hay que cumplir todo el objetivo: Subir al mirador del monumento de Morelos, para mi sorpresa también cobran por entrar al monumento - ¿Otra vez? – Sin embargo existe un diminuto museo en la parte de abajo, pero conforme el visitante sube por una escalera en espiral, en las paredes del monumento esta plasmada la vida del héroe nacional, obre del pintor Ramón Alva de la Canal, con maravillosa maestría. Conforme va subiendo la escalera se hace más estrecha y si voltee hacia abajo, es posible que le de un poco de vértigo. Al llegar al brazo de Morelos la escalera ya es recta y empinada, la última parte (el puño) es aún más difícil ya que los escalones son altos.

Finalmente llaga usted al estrechísimo espacio del mirador, este es el puño de Morelos, estamos hablando de un aré a de 3 metros de ancho por quizá dos, pero en el piso hay como un metro abierto por donde usted entra, así que si hay más de 5 personas ya estarán apretadas en un puño.

Para asomarse a ver el lago desde arriba, tiene que subir otro escalón de aproximadamente 50 cm., y sacar la cabeza por una pequeña abertura.

La bajada es más temeraria toda vía, pero no le contaré, porque esa experiencia la tiene que vivir.

Por cierto:

No supe cuanto, cobraban para entrar a la explanada de Morelos, ni cuanto cobraban por entrar al monumento en sí. Llevaba solo un billete de $ 500.00 pesos y nadie me lo pudo feriar. Sin embargo las personas fueron tan amables que nos dejaron pasar (a mi y a mi hijo) sin pagar. Eso me hizo sentir muy orgulloso de mis compatriotas michoacanos, que me hicieron comprender que no se trata de cobrar para obtener dinero, sino para conservar el lugar, que le pertenece a todos los mexicanos. Por eso quise retribuirles el favor, escribiendo esta nota y si logro que uno de los que me leen haga el viaje, abre cubierto mi deuda.

 

¡ No dejes de visitarlo !

 

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