ROMA LA CIUDAD MUSEO

Primera parte: EL COLISEO

Primera parte: EL COLISEO
Por Julio Zamudio

Al llegar a Roma, el primer pensamiento que atravesó por mi mente fueron inmediatamente hacer dos visitas obligadas: El Vaticano y El Coliseo ó Anfiteatro Romano ¿Por cuál empezar? – Por el que se encuentre más cerca de tu ubicación y tu tiempo optimo.
Todavía era temprano apenas se había puesto el sol el día que me instale en mi pequeño cuarto en Roma, la adrenalina fluía y las ganas de no quedarme a esperar el amanecer para iniciar mis visitas me empujaron a salir de mi habitación, en un mapa turístico ubiqué el lugar donde me hospedaba y la ruta más corta para llegar a pie al Coliseo Romano.

Sabía plenamente que ya estaba cerrado, pero solo quería ver la imponente mole de piedra que tantas veces había observado en películas de romanos y sobre todo en mi favorita “Gladiador”, misma que hizo que se me encogiera el estomago cuando vi el Coliseo en todo su esplendor en aquellos días cuando el imperio romano estaba en su máxima expresión (así lo imaginaron los realizadores y ¡así era!, después me di cuenta).
Después de caminar unas cuadras en la obscuridad de la ciudad iluminada por las lámparas en la calle, observe a lo lejos algo que se veía entre las edificaciones ¡Era el Coliseo iluminado!, nadie me preparó para esta sorpresa, conforme me acercaba, el corazón se aceleraba más ya que cada vez observaba más grande aquella mole de roca iluminada.

PRIMERA IMPRESIÓN
Bajé una pendiente y ahí estaba, totalmente iluminados sus más de 200 arcos, el cielo azul obscuro y los autos rodeándolo a gran velocidad, un antiguo edificio caduco y semidestruido que aún conserva su majestuosidad y solo bastó colocarle luces para convertirlo en uno de los máximos monumentos de Roma, es todo un espectáculo, es simplemente impresionante.
Me acerco y observo la roca viva, rugosa, con muchos golpes y hoyos en sus paredes y ladrillos del edificio cerrado; me asomo por rendijas y partes abiertas entre sus arcos, que dejan ver algunas celdas y a lo lejos observo lo que podría ser la elíptica arena. Instintivamente pongo la palma de mi mano en la fría piedra de sus paredes y cierro los ojos, es mi manera, muy particular, de rendir homenaje a los lugares históricos ¿Cuánta sangre ha corrido en el interior de este recinto, cuánto dolor, pena y gloria?

EL COLISEO DE DÍA:
Nuevamente baje la pendiente que me conduce directamente al Coliseo y otra vez me asombra la majestuosidad de edificio (que aún la conserva a pesar de que su estructura ha sido saqueada a lo largo del tiempo para la construcción de templos y otros edificios a su alrededor), pero esta vez, está lleno de colorido, de cientos de visitantes y simpáticos soldados romanos que persiguen a los turistas para la foto de suvenir por un euro.

EL TOUR AL INTERIOR
El boleto del tour guiado al interior del Coliseo me costó alrededor de 15 euros, se compra en el mismo Coliseo (afuera) y comprendía las visitas guiadas a pie al Coliseo y Foro Romano, que se encuentra a un costado del mismo Anfiteatro.
Tuve que tomar el tour en inglés y ser parte de un grupo de estadounidenses e ingleses, el guía era un señor de mediana edad, jovial y muy bromista, sobre todo con las damas del grupo, atentamente nos explicó las dimensiones y orígenes del Coliseo, nos mostró las celdas de los gladiadores, el significado de las puertas, donde se sentaban los políticos, “la plebs” y la complicada estructura subterránea donde se encerraban las fieras, animales, presos y gladiadores.
El edificio contaba con elevadores y puertas-trampa para el espectáculo.

EL ORIGEN DE AVENTAR FLORES A LOS TOREROS
Como es sabido, en el Coliseo se presentaban festejos que duraban meses, los cuales consistían en sacrificios, representaciones de batallas históricas, lucha entre animales de diferentes especies, caza de animales “exóticos” para los romanos y lucha de gladiadores.
El público llevaba flores y pétalos, pero no era para glorificar a sus luchadores favoritos, las flores y pétalos se aventaban a la arena del Coliseo cuando se había efectuado varias luchas con el objeto de disminuir el fuerte olor a sangre y viseras que quedaban en la misma. Por cierto la explanada donde se efectuaban las luchas y el espectáculo se llama arena y continuó esta tradición hasta nuestros días, debido a que el suelo de madera estaba cubierto de arena la cual absorbía la sangre y era más fácil limpiar la superficie, de ahí viene el nombre de arena a los lugares donde se efectúan espectáculos sobre todo boxísticos y de lucha libre.

LLUVIA DE RECUERDOS, IMÁGENES, LO LEÍDO AL RESPECTO Y EMOSIONES ENCONTRADAS

Al finalizar su explicación el guía nos dio tiempo para hacer un recorrido personal por el interior, para que en 15 minutos nos reuniéramos nuevamente en la puerta principal y continuar nuestro recorrido por el Foro Romano.
Una vez que estuve fuera del grupo, inicie mi recorrido por todo (absolutamente todo) el antiguo estadio, recordando lo que había observado en películas, lo que había leído anteriormente, los dibujos y litografías del lugar, lo que me acababan de explicar, tratando de ubicar todo en su lugar e imaginar ser parte de la gente que observa el “Gran Circo”, escuchar los gritos de la multitud, voltear hacia la arena y observar una carrera de carros de guerra (aurugas), imaginar a las fieras y las luchas entre gladiadores. Me detuve a observar los restos de lo que fueron las gradas, las puertas, imaginaba los banderines colgando a lo largo del recinto, imaginaba los colores. Trataba de descifrar el laberinto de cuartos, pasillos, trampas, escaleras que se encuentra debajo de las tablas de la arena, en fin casi vivo la experiencia de hace más de 2,000 años. Cuando volví a mi presente ya habían pasado al menos dos horas y me perdí la visita al Foro Romano, ¿Qué importaba?, ¡Vine a Roma a vivir este momento!

Nota de viaje: Además del Foro Romano, visite el Vaticano y caminé por las famosas plazas de la impresionante ciudad museo, pero eso serán otras notas de viaje.

 

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